En el fondo, lo que más cuenta es la calidad del vinculo que tenemos con nosotras mismas.
Lo que ocurre afuera, es ingobernable.
Se dice que los pensamientos generan realidades, pero considero a esta observación incompleta. Por más que creamos que la mente nos trae victorias o penas, hay más misterio del que queremos reconocer.
Personalmente, a mí, me encanta no entender.
Al máximo, elijo poner mi atención en mi vida interior. A lo que ocurre adentro, al misterio que yo soy.
¿Qué pasa con el cuerpo, qué pasa con las sensaciones y emociones, con los pensamientos?
Sé que estoy de mi lado frente a lo que ocurra.
Ya me rendí. No me culpo, no me odio.
Hace poco, le dije a mi clienta: come, sin restricción. Come, lo que quieras.
Mi clienta, que pelea con atracones, se sintió aliviada. Nunca le habían dicho que podía comer así.
Tan aliviada, que no necesitó atracones y supo parar.
Ella, intimó con su vida interior y se sintió de su lado.
El amor propio no es perfección. Es la capacidad de intimar con lo que hay adentro, y de aceptarlo.
No todo lo que hay nos tiene que gustar, pero lo aceptamos porque odiarlo nos cobra un precio demasiado alto.